Muchos tutores de animales han vivido situaciones angustiosas durante una tormenta eléctrica o una noche de fuegos artificiales. Lo que para los humanos puede ser simplemente un evento climático o una celebración, para perros y gatos puede convertirse en un momento de pánico absoluto. Temblores, jadeo, intentos de escape, ladridos incontrolables o incluso conductas destructivas son reacciones comunes frente al miedo.
Comprender el origen de estos temores, saber cómo actuar y cuándo pedir ayuda profesional, ya sea a través de una clínica veterinaria o un veterinario a domicilio, puede marcar la diferencia en la calidad de vida del animal.
¿Por qué tienen miedo?
El oído de perros y gatos es mucho más sensible que el de los humanos. Perciben sonidos a frecuencias y volúmenes que nosotros no detectamos. Por eso, una tormenta con truenos fuertes o los fuegos artificiales pueden sonar para ellos como explosiones cercanas. Además, no comprenden el origen ni la duración de esos estímulos, lo que genera un estado de alerta y ansiedad extremos.
Algunos animales desarrollan estos miedos desde cachorros, mientras que otros los adquieren después de una experiencia traumática. También hay razas más propensas a la ansiedad o con mayor sensibilidad sensorial.
Síntomas comunes de miedo extremo
- Temblores y respiración acelerada
- Intentos de esconderse en lugares cerrados
- Ladridos o maullidos continuos
- Salivación excesiva
- Pérdida de control de esfínteres
- Comportamientos compulsivos (lamido excesivo, correr en círculos)
- Intentos de escapar (romper ventanas, puertas, etc.)
Si observas estas señales con frecuencia, especialmente en épocas de tormentas o celebraciones, tu mascota podría estar sufriendo un trastorno de ansiedad que requiere atención.
¿Qué puedes hacer en casa?
1. Prepara un refugio seguro
Durante tormentas o eventos ruidosos, crea un espacio tranquilo donde el animal se sienta protegido: una habitación con la puerta cerrada, cortinas que bloqueen los destellos y música suave que oculte los ruidos exteriores. A muchos animales les reconforta estar en un transportín o debajo de la cama si ese es su lugar habitual de descanso.
2. No lo castigues ni lo fuerces
Nunca regañes a tu mascota por tener miedo. Tampoco intentes obligarlo a “enfrentar” el ruido, ya que esto puede aumentar el trauma. En cambio, ofrece tu presencia cercana, caricias suaves y voz tranquila, pero sin sobreproteger en exceso, ya que esto puede reforzar la conducta de miedo.
3. Usa métodos naturales de relajación
Existen feromonas sintéticas que imitan las señales que las madres transmiten a sus crías y que ayudan a calmar a los animales. También hay suplementos naturales con efectos relajantes (como valeriana o triptófano), aunque siempre deben ser recomendados por un profesional.
Un veterinario a domicilio puede orientarte sobre estas opciones sin necesidad de trasladar al animal, especialmente si el miedo es tan intenso que salir de casa es contraproducente.
¿Cuándo acudir a una clínica veterinaria?
Si el miedo de tu mascota se vuelve incontrolable o comienza a afectar su calidad de vida, es fundamental consultar en una clínica veterinaria. El veterinario puede evaluar si es necesario iniciar un tratamiento conductual, farmacológico o ambos.
Algunas clínicas cuentan con profesionales especializados en etología (comportamiento animal), que trabajan junto con el tutor para establecer un plan de desensibilización gradual. Este método consiste en exponer al animal a los sonidos que le provocan miedo, pero en niveles bajos, para que aprenda a tolerarlos de forma progresiva.
En casos más graves, se pueden recetar medicamentos ansiolíticos o sedantes suaves, especialmente en épocas como fiestas locales, Nochevieja o tormentas frecuentes. Estos fármacos no deben usarse sin supervisión, ya que podrían ser peligrosos si no se administran correctamente.
Entrenamiento preventivo: cuanto antes, mejor
Si tienes un cachorro o un gato joven, es el momento ideal para prevenir este tipo de fobias. Durante sus primeros meses de vida, expónlo gradualmente a distintos sonidos: música, televisión, tormentas grabadas, ruidos de la calle. Siempre que lo hagas, acompaña la experiencia con algo positivo, como premios o juegos. Así asociará el sonido con una sensación agradable y no con peligro.
Este tipo de trabajo preventivo puede evitar muchos problemas futuros y es más efectivo que corregir miedos ya arraigados.
Cuidados especiales durante eventos previsibles
En fechas como San Juan, Navidad, fin de año o festividades locales, es común que se lancen fuegos artificiales. Prepara con antelación el ambiente de tu mascota:
- Sácalo a pasear o permite que haga sus necesidades antes de que empiece el ruido.
- Asegura puertas y ventanas para evitar fugas.
- No lo dejes solo si sabes que lo pasa mal.
- Usa técnicas de relajación previamente aprendidas.
Y si la situación es grave, no dudes en contactar con un veterinario a domicilio que pueda asistir sin necesidad de movilizar al animal.
Conclusión
El miedo a los ruidos fuertes es un problema real y frecuente entre perros y gatos. No se trata de una simple “manía” o “capricho”, sino de una respuesta fisiológica y emocional que puede causar mucho sufrimiento si no se trata correctamente.
Con observación, paciencia y la ayuda profesional adecuada —ya sea en una clínica veterinaria o con un veterinario a domicilio—, es posible mejorar significativamente la respuesta de nuestras mascotas frente a estos estímulos. Lo más importante es no ignorar los síntomas y actuar con empatía y compromiso.
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